03 Julio 2025
Mientras la Argentina cuenta con reservas de gas para autoabastecerse durante décadas, millones de usuarios enfrentan cortes en pleno invierno. La causa de esta paradoja está en decisiones del gobierno nacional, que frenó obras clave de infraestructura energética.
Al asumir, la administración de Javier Milei suspendió por completo la obra pública, afectando directamente proyectos estratégicos como el Gasoducto Néstor Kirchner y la reversión del Gasoducto Norte, necesarios para transportar el gas desde Vaca Muerta.
Aunque la producción es récord, la falta de transporte obliga a importar gas a precios tres veces más altos, lo que profundiza la escasez de divisas y genera cortes que afectan hogares e industrias.
La reversión del Gasoducto Norte incluía 123 km de caños entre Tío Pujio y La Carlota, la ampliación de otros 62 km y la adecuación de plantas compresoras en Córdoba, Santiago del Estero y Salta. Sin embargo, el proyecto quedó paralizado pese a la presión del sector empresario.
Las plantas compresoras del Gasoducto Néstor Kirchner tenían un avance del 80% al finalizar la gestión anterior y su finalización costaba unos 50 millones de dólares. Al no completarlas, se gastarán más de 500 millones en importaciones.
El primer tramo del gasoducto fue posible con inversión estatal, financiada en parte con el impuesto a las grandes fortunas. El modelo que propone Milei —obra pública sin financiamiento del Estado— ni siquiera funciona así en Chile.
El resultado es claro: el país tiene gas, pero no puede usarlo. La crisis energética actual es consecuencia directa de una política que detiene lo esencial mientras el frío avanza.
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