29 Julio 2025

Mientras el expresidente estadounidense Donald Trump amenaza con nuevas sanciones comerciales contra Brasil —sumando tensión a los aranceles del 50% ya vigentes—, el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva redobla la apuesta por el desarrollo nacional y responde con crecimiento, soberanía y planificación a largo plazo.

Este lunes, Lula encabezó la inauguración oficial de GNA II, una central termoeléctrica que ya es la más grande de América Latina en generación a gas natural. El complejo está ubicado en el Porto do Açu, en Río de Janeiro, y forma parte del programa federal Nuevo PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento), que busca dinamizar la economía mediante obras estratégicas de infraestructura.

La planta tiene una capacidad instalada de 1,7 gigavatios (GW), con una inversión cercana a los 1.200 millones de dólares. Su tecnología de ciclo combinado —que combina turbinas de gas y vapor— permite un alto rendimiento energético y menor consumo de combustible. De hecho, el 35% de la energía generada no requiere aporte adicional de gas, lo que mejora su eficiencia y reduce el impacto ambiental.

Pero eso no es todo: GNA II fue diseñada con la mira puesta en la transición energética. Puede operar con hasta un 50% de hidrógeno, lo que la convierte en una de las primeras centrales térmicas de la región preparada para una futura descarbonización.

Con capacidad para abastecer a más de ocho millones de hogares, GNA II aportará cerca del 10% del total de energía eléctrica generada a gas natural en Brasil. El proyecto fue impulsado por el consorcio Gás Natural Açu (GNA), que reúne a gigantes del sector como Prumo Logística, bp, Siemens Energy, Siemens AG y SPIC Brasil.

La inauguración de GNA II cierra un ciclo de inversiones iniciado con GNA I. Juntas, ambas plantas suman 3 GW de potencia instalada y una inversión total de más de 2.000 millones de dólares, con capacidad para abastecer a unos 14 millones de hogares en todo el país.

Durante el acto, también se firmó una carta de intención entre el gobierno federal y la Agencia Nacional del Gas para promover nuevos proyectos vinculados al gas natural y al biometano, con una proyección de hasta 20.000 millones de reales en inversiones para el sector energético.

La estrategia energética de Brasil no solo refuerza su liderazgo regional, sino que también evidencia una visión soberana e industrialista que contrasta con modelos subordinados a intereses externos. Mientras algunos intentan condicionar su política con presiones y amenazas, Lula responde con obras, innovación y trabajo. No se arrodilla. Construye.

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