En una jornada marcada por el caos institucional, el oficialismo volvió a exhibir su alineamiento con intereses externos y del poder económico, avanzando sin escrúpulos sobre las normas básicas del funcionamiento democrático. En el recinto se vivieron momentos de extrema tensión, con intentos de imponer decisiones mediante maniobras irregulares, por fuera del reglamento del Congreso, incumpliendo la ley y en abierta contradicción con la Constitución Nacional.
La escena dejó al descubierto un clima de patoteo político y un profundo desprecio por las reglas institucionales, en un contexto donde las prioridades del gobierno parecen completamente ajenas a las necesidades del país. En medio de ese escenario, el senador José Mayans intentó defenderse del atropello y frenar el avance de sectores que buscaban pasar por encima del reglamento y de la Constitución, lo que profundizó los cruces y la tensión en el recinto.
Esta estrategia de confrontación y atropello permanente agrava la crisis institucional y expone una forma de gobernar que no mide consecuencias, ni para la democracia ni para el conjunto de la sociedad. Un rumbo conducido por quienes parecen ejercer el poder desde el desprecio y el rechazo hacia la Argentina misma.
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